martes, 20 de octubre de 2009

Los Marineros de Kronstadt

Kronstadt era una base naval insular situada a treinta kilómetros de Petrogrado, en el golfo de Finlandia. La isla estaba habitada por marineros y varios miles de obreros ocupados en los arsenales de la marina de guerra.

En 1905-1907 (prologo histórico de la revolución de febrero-octubre de 1917) sus habitantes fueron víctimas de la represión y tortura del zarismo. El aplastamiento de la insurrección de 1906, fue descrita por ellos mismos en estos términos: "fusilamientos en masa, barcas llenas de cadáveres que eran arrojados al fondo del mar, y un sin fin de horrores..."

Ivanov, el general a cargo del aplastamiento, seria 11 anos después el depositario de la confianza del Zar para apaciguar las revueltas de febrero, momento en el que de nuevo, la insurrección en Kronstadt se pone a la cabeza de la revolución, con todos sus batallones ubicados en el bando rebelde. Trotski escribió que:

“En Kronstadt no se había extinguido nunca, a pesar de las implacables represiones, la llama de la rebeldía (...) El 13 de mayo [1917], el Soviet votó el acuerdo siguiente: En Kronstadt, el único poder es el Soviet de obreros y soldados”.

Dicho acuerdo tuvo como consecuencia lógica, la destitución del comisario de Gobierno, lo que generó la reacción de la prensa y de los ministros. Trotski prosigue su relato:

“El 27 de marzo, el Soviet de Petrogrado se reunió para juzgar a los marineros de Kronstadt. Trotski, que tomó la palabra en su defensa, advirtió a Tsereteli el papel queaquellos marineros estaban llamados a desempeñar en caso de peligro; es decir, cuando un general contrarrevolucionario intente echar la soga al cuello de la revolución; entonces, loskadetes darán jabón a la soga, mientras que los marineros de Kronstadt se alzarán para luchar y morir a nuestro lado. Este aviso convertíase en realidad tres meses después, con una insólita exactitud. En efecto; cuando el general Kornílov se sublevó y envió sus tropas sobre la capital, Kerenski, Tsereteli y Skobelev hubieron de llamar a los marineros de Kronstadt para que protegiesen el Palacio de Invierno. Pero en junio, los señores demócratas defendían el orden contra la anarquía, y ningún argumento, ninguna profecía tenía fuerza para ellos. Por 580 votos contra 168 y 74 abstenciones, Tsereteli hizo que el Soviet de Petrogrado aprobase su proposición declarando que el Kronstadt “anárquico” quedaba eliminado de la democracia revolucionaria.”


Al corte de las telecomunicaciones entre la capital y la fortaleza, y la amenaza de privarles de productos agrícolas, prosiguió la intervención de Trotski, que permitió una salida pacifica al conflicto. Este último continua escribiendo:

“De todos los ámbitos del país empezaron a llegar saludos al Kronstadt rojo: de los soviets más izquierdistas, de las fábricas, de los regimientos, de los mítines. El primer regimiento de ametralladoras manifestó en las calles de Petrogrado su respeto hacia los marineros de Kronstadt “por su firme actitud de desconfianza hacia el gobierno provisional”. Entre tanto, Kronstadt se preparaba para tomar una revancha más importante. La campaña de la prensa burguesa había conseguido convertir a Kronstadt en un factor de importancia nacional. “El bolchevismo -escribe Miliukov-, después de haberse hecho fuerte en Kronstadt, tendió por todo el país una vasta red de propaganda, con ayuda de agitadores debidamente adiestrados. Los comisarios de Kronstadt iban también con su misión al frente, donde minaban la disciplina, y al campo, donde predicaban la devastación de las grandes propiedades. El Soviet de Kronstadt equipaba a sus emisarios con documentación especial: “N.N. va enviado a esa provincia para participar, con derecho de voto, en los Comités de distrito y en los cantones locales, como asimismo para tomar parte en los mítines y organizar los que considere conveniente y dónde y cuándo le parezca.” Viajaban con “derecho a llevar armas, y billete de libre circulación por todas las líneas férreas y marítimas”. Además, “el Soviet de Kronstadt garantiza la inviolabilidad personal del mencionado agitador”. Al denunciar la labor de zapa de los marineros bálticos, Miliukov se olvida de explicar cómo y por qué, bajo la vigilancia de unas autoridades tan sabias y prudentes, y existiendo en Rusia instituciones y periódicos como aquéllos, unos marineros, armados con la extraña credencial del Soviet de Kronstadt, podían recorrer sin obstáculos todo el país, de punta a punta, encontrando en todas partes la casa abierta y la mesa puesta, siendo admitidos en todas las asambleas populares, escuchados atentamente dondequiera que hablasen, y estampando con sus puños callosos de marinero una huella en los acontecimientos históricos. A este historiador puesto al servicio de la política liberal no se le ocurre siquiera hacerse esta sencilla pregunta. Todo el milagro de Kronstadt estaba, lisa y llanamente, en que aquellos marineros acertaban a dar una expresión mucho más profunda y fiel a las exigencias de la evolución histórica que los más sabios profesores. Aquellas credenciales mal escritas demostrábanse, para decirlo en el lenguaje de Hegel, reales porque eran racionales, mientras que planes subjetivamente inteligentísimos acreditaban una inconsistencia, porque la razón de la historia no quería nada con ellos.”

El ulterior papel de Kronstadt en los acontecimientos determinantes de octubre, le harían decir al propio Trotski que aquellos marineros habían sido “el orgullo y la gloria de la revolucion rusa”.

Sin embargo, una vez que Lenin y Trotsky asumen la jefatura suprema del Estado -en el Octubre juliano-, las cosas van a cambiar dramáticamente.

En 1921, despues de la guerra civil de 1918-1920, las condiciones materiales eran insostenibles: escases de viveres, de combustible, de medios de transporte, etc. Todo esto, y las condiciones cada vez mas dictatoriales, impulsaron -como históricamente lo habían hecho-, las revueltas proletarias de Petrogrado, Moscú y Kronstadt. Ante la insurreccion de los marineros de la fortaleza, los acontecimientos tuvieron el siguiente desenlace, según relata Daniel Guerin:

Trotski, el hombre “de la mano de hierro”, aceptó tomar personalmente la responsabilidad de la represión. “Si no deponéis vuestra actitud, os cazaremos como a perdices”, comunicó a los “revoltosos” a través de las ondas radiales. Los marineros fueron sindicados como cómplices de los guardias blancos, de las potencias occidentales intervencionistas y de la “Bolsa deParís”. Serían sometidos por la fuerza de las armas.(...) En cuanto a los obreros de Petrogrado, sometidos a un régimen de terror y a la ley marcial, no pudieron acudir en ayuda de Kronstadt.

Un antiguo oficial zarista, el futuro mariscal Tujachevski, partió al mando de un cuerpo expedicionario compuesto de tropas que fue menester seleccionar cuidadosamente, pues gran cantidad de soldados rojos se negaban rotundamente a disparar contra sus hermanos de clase. El 7 de marzo comenzó el bombardeo de la fortaleza. Con el título de "¡Que el mundo lo sepa!”, los asediados lanzaron un último llamamiento: “La sangre de los inocentes caerá sobre la cabeza de los comunistas, locos furiosos ebrios de poder. ¡Viva el poder de los soviets!”.

Los sitiadores pudieron desplazarse sobre el hielo del golfo de Finlandia y, el 18 de marzo, vencieron la “rebelión” en una orgía de matanzas.”

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